¿Y qué encontraste?, quizá no te diste cuenta, pero experimentaste una atracción. Era como un imán. Te cautivaba, realmente no ibas a conseguir tenerlo entre tus manos. No abrir y conocer su interior te provocaba sensación de daño, podía ser calmado con solo leer su contenido, al menos esa impresión tenías.
Esa portada que tanto te atraía y no entendías el porqué de su fuerza, había captado toda tu atención. No tenías ojos para otra publicación, esa era la elegida.
Ya en tus manos, debías saber a qué nivel te iba a trasladar. Conocer ipso facto si realmente las expectativas que te estaban generando eran las esperadas. Podía ser que luego no fuera así, pero quien no se arriesga no triunfa, y que mejor triunfo que saboreando una buena historia. Esa historia que te embriaga y te hace ser tan impaciente que quieres acabarla cuanto antes, saber su desenlace final.
Logrado el objetivo y cumplido, llegas a la conclusión de que ese impacto directo, el que tú has tenido con ese título, ha sido un flechazo, no hay otra forma de poder describirlo, y de esta manera vuelves a buscar una nueva aventura, la que te va a proponer ese nuevo libro.
Y como la propuesta es interesante, os incito a un juego. Ve a una librería. Frente a un expositor, una estantería, observa, analiza cuál es tu primera decisión. Qué libro es el que no podrás irte de allí sin él. Y luego atrévete, devora sus páginas, sabrás si has tenido un flechazo o no.
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